La banca abierta, que lleva varios años innovando los sistemas financieros de EE. UU. y Europa, mejora la experiencia bancaria de los clientes, disminuye los riesgos e incluso impulsa la inclusión financiera.
La digitalización e innovación del sistema financiero parece solo dejar ganadores por donde pasa. Es el caso del open banking que ha sido trabajado con éxito en varios países del norte global y que en los últimos años se ha abierto paso en las economías latinoamericanas.
Brasil, México, y Chile, pioneros en la región, han percibido los beneficios del open banking tanto para los bancos como para los clientes que utilizan sus servicios. Entre los protagonistas de este éxito se encuentra Finerio, una compañía de origen mexicano dedicada a soluciones de open banking de punta a punta que llegó a Colombia a inicios de este año.
A los clientes bancarios les favorece el open banking de diferentes formas. La principal es su apoyo a la inclusión financiera de la población, que se ve fortalecida en el momento en que las entidades financieras pueden conocer de mejor manera el comportamiento económico de sus eventuales clientes. Así, pueden crear productos menos estandarizados y más a la medida de cada persona, disminuyendo riesgos para ambas partes y permitiendo acceso al sistema financiero por parte de personas apartadas durante décadas.
“El open banking es beneficioso desde todos los puntos de vista. Por eso es tan apetecido en lugares como Reino Unido o Estados Unidos. Favorece al sistema porque lo moderniza, a los bancos porque los hace más competitivos y a los clientes porque los caracteriza de tal forma que crea productos hechos a la medida”, explica José Luis López, CEO y cofundador de Finerio.
En esa misma línea, los beneficios también se extienden a las personas a través de un mejor y más transparente manejo de los datos personales de los usuarios. Al convertirse los datos en un insumo primario de la operación bancaria, durante el open banking, la consciencia del poder de los mismos aumenta en los usuarios, pues manejarlos de buena manera hace la diferencia en acceso a productos financieros, como el crédito.
“Los datos de las personas aún no son bien utilizados en el sistema financiero colombiano. Llevamos décadas almacenando información que no está siendo utilizada en función del bienestar de las personas. El open banking se ocupa justamente de eso: explotar los datos para que las personas comunes y corrientes se beneficien”, aseguró López.
En otro sentido, los bancos se verán obligados a ser más competitivos al supeditar sus productos al conocimiento del cliente y su comportamiento. La estandarización de productos, que nivela la cancha para todos, quedaría en el vacío y el reto está en convencer a los clientes que cada entidad no solo lo conoce mejor, sino que lo que le ofrece es justo lo que necesita.
En Colombia, aunque existe una iniciativa para regular el open banking en el país, aún reposa en las oficinas del Ministerio de Hacienda. En Latinoamérica, las economías más fuertes de la región avanzan en esta innovación, como lo ha hecho Brasil, México y Chile. La eventual regulación del open banking llevará al sistema financiero nacional a competir de mejor manera en la región.
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